YA NACIO UNO...
He andado medio moribundo a causa de escasez de sueño; mis ideas ultimamente estan fritangonas... :S... pues estoy todavia con los percanses de las desveladas de la ultima semana de clases (que ya paso, thank God!). Pero como tengo ansias enormes de escribir en mi blog (pero con cierta frustracion al ver que nada sale), comparto con todos este escrito que me dejaron de tarea como examen final en la materia de Genealogia de los Objetos Mexicanos (es como historia del arte).
Solo digo que la ca#$%&*!! no me lo quizo aceptar pues no cumplio con el deadline, ya que me encontraba trabajando cuando tuve que mandarlo por correo. I was damn pissed that day.
Pero pues.. aqui va (es medio larguito, 7 paginas, asi que tomense un cafecito al leerlo):
IDA AL GETTY...
Desde que desperté en esa mañana del Viernes 29 de Noviembre supe que desperté en un día especial. No tanto porque iba a ir a Los Ángeles al museo de arte mas grande de California, sino porque por fin de los por fines, iba a poder convivir con mis compañeros en una forma distinta que estar solamente en la escuela.
De hecho, desde que empezó la mera madrugada del Viernes (o sea desde que el segundero iba a pasar por el doce para hacer una perfecta línea vertical), supe que ese día iba a ser especial. Lo digo porque exactamente a las doce me encontraba con un primo en mi carro para ir a sacar el permiso. Después de que cenamos pavo en la casa de mis tíos, mi primo que es de Ensenada pero estudia en Tijuana, de muy buena gana accedió a acompañarme para sacar el permiso.
Como quisimos pasárnoslas conchas cenando (y aparte mi primo necesitaba recoger su pasaporte en su departamento) llegamos a la línea como a las 12. Por culpa de mi iniciativa, nos fuimos del lado derecho de la línea, y nos encontramos con la sorpresa de que únicamente funcionaba una fila.
Chale. Estuvimos un rato platicando y poniéndonos cómodos, pues parecía que íbamos a estar buen rato ahí. Hasta que se me ocurrió hacer lo más lógico: “Wey, sabes lo que se me antoja hacer?, dejar el carro en alguna parte e irme a pata”. A lo que me respondió mi primo: “Pos ahí estas puto, yo me encargo de tu carro y te lanzas al chile!”.
Dicho y echo, le cedí mi lugar a Héctor (mi primo), y me fui con paso acelerado (corriendo. Llegue a la línea, y me la encontré con muy poca gente, si es que casi vacía. Cruce, me mandaron para sacar el permiso. Como ya sabia donde estaba, llegue sin problema a las oficinitas del permiso. Me atendió un gringo que parecía traer cruda cafetera, cruzada con cruda moral pues acuérdense que fui en la mera noche de su famosa cena del Pavo!
“Jelou, ar iu waitin for iur permit?” me dijo el amargado gringo policiaco. “Yes” le respondí en ingles. “Iur gona tu hav tu wait faiv minuts, caus wir chainying shifts, ok?” “Ok”, le respondí. Chin, pensé, ya me van a traer así, ya me estaba imaginando pasar toda la noche madrugadora, esperando a que el infeliz gringuito llegue y me selle el papelito del permiso. Pero no sucedió así, al menos no al principio. Llego un chinito, me tomo mis datos y mi imprimió mi permiso. Ahora solamente quedaba pagarlo. Me dijo en acento arrastrado: “Gou tu di next windou, for di cashier”. Le hice caso y fui, feliz pues pensé que ya iba a salir: había llegado a la línea a las 12, cruce a las 12:10, y me imprimieron mi permiso a las 12:15. Me pare en la otra caja como me dijo el chinito, y ahí me tuvieron. : “Ar iu waitin for di cashier?” “Yes” le respondí en ingles. “Iur yost gona hav to weit thirty minuts, caus di cashier hasent com yet”
Chale!, ya era oficial, estaba destinado a esperar en el frió de Noviembre, en un país extraño, con mi primo haciendo línea y que apenas sabe manejar mi carro que es estándar. No-hombre!, treinta minutos se extendieron a ser tres cuartos de hora!. Por tres cuartos de hora estuve entreteniéndome, pegándole a una mesita con las palmas de mi mano, tratando de sacar un ritmo con ellos. Pasaron 15 minutos y en eso que una guerita, que claramente parecía mexicana se acerca a hacer lo que yo había hecho hace unos momentos. Y a ella misma le impusieron el mismo destino: La llevaron a la otra ventanilla y le dijeron que esperara 30 minutos para que cambien de turnos. Esta atractiva chava que parecía de 32 años, se le notaba en su cara: frustración, pero no le quedo de otra mas que esperar también. En ese tiempo de mutua espera, me entretuve viendo entrar y salir cuan mas gringos por la puerta de su pequeña oficina. Eran siete oficiales, cinco hombres y dos mujeres, adentro de la oficina y ninguno de ellos podía atendernos, ni a mi ni a la guerita.
Fueron tantos los gringos que entraban y pasaban que hasta la clave para la puerta me aprendí: Es una puerta que abre mediante un numero que introducen los ocificiales en un dispositivo que tiene una línea vertical, los números: 1, 2, 3, 4… hasta el 9. Los oficiales que entraban introducían, en paso rítmico, seis números: 1, 3, 1, 2, 3, 4.
Ya me había aburrido de verlos pasar, así que mejor me puse observar a la atractiva guerita que esperaba desesperadamente.
La guerita esperaba parada a un lado de la ventanilla de donde cobraban y, fumándose un cigarrillo, de vez en cuando se asomaba para ver si uno de los siete gringos se apiadaba de ella o le tenia lastima suficiente para que le sellasen el papelito y le cobrasen los seis dólares. Yo solo me encontraba observándola y en eso que mi mirada se cruza con la de ella. No tardo en preguntarme la guerita que si yo también andaba esperando pagar los míseros seis dólares que costaba el permiso. A lo que le respondí: “Sí”. “Eres de Tijuana?” me preguntó. “Si, vengo a sacar un permiso para levantarme mañana a las 5:00 AM para ir a un museo con la escuela” “Mi chavo la tienes fácil, yo acabo de llegar de estar 10 horas en un avión y aeropuerto” “De donde es usted?” le pregunte. “Soy de la ciudad de México… y no me hables de usted”. Inmediatamente me agrado esta chava, y pude relacionar su cantito en su hablar con su ciudad natal. Me encantan las chilanguitas, se me hacen muy talacheras, muy bonitas e intelectuales, como que simbolizan lo que viene siendo, en México la “business woman independiente”. “Pero que no la duración de un vuelo para ir a la ciudad de México son dos horas?”, “Si pero, en el aeropuerto me tarde como 4 hrs. por retenes y revisiones, 3 horas en unas manifestaciones que sucedieron, mas aparte el vuelo y paradas en dos Estados”. Definitivamente esta chava andaba algo estresada. “También, me acaban de avisar que mi padre sufrió un ataque al corazón y que se lo llevaron al hospital, mi hermano no sabe que estoy aquí esperando, y de pilón es mi cumpleaños”. Yo pensé: Chin!, “Pues si te hace sentir mejor, felicidades”, “Gracias” me respondió. Pasaron unos minutos y por fin uno de los siete gringos que estaban guardados en esa oficina, uno de ellos que estaba ahí desde que había llegado, ese mismo nos cobro los seis dólares por fin. Y por fin me pude ir, y por fin la guerita se pudo ir, pero antes me dijo: “Que te vaya bien en el museo”, “Gracias, o jala todo te salga bien”. Ya tenia mi permiso en la mano. Me devolví al carro con mi primo (apenas había avanzado unos cuantos metros en todo el tiempo que estuve ahí), lo lleve a su departamento, me regrese a mi casa, prendí la computadora (como costumbre), me hice mi cafecito (Decaf), “chatie” un rato, se acabo mi cafecito, me despedí de mis ciber-amigos, apague la luz y me dormí.
Me había acostado a las 2:20 AM, y me levante a las 5:30 para bañarme. Mis horas de sueño fueron aproximadamente tres. Ciertamente tuve dificultad en levantarme, pero ya teniendo los dos pies fuera de la cama no hay vuelta para atrás. Al estarme bañando, para quitarme la flojera, empecé a cantar y me engrane con dos canciones: Stand by Me, de Oasis y We live in a beautifull world, de Cold play. Al salir y en el proceso de vestirme, aproximadamente como a las 6 AM, puse un pequeño listado de canciones para entretenerme mientras me vestía y desayunaba: Una canción instrumental de la película de “El Profesional”, Stand by Me, de Oasis, Beautifull World, de Cold play y dos de la banda sonora de la película de Amelie.
Como decía, esas dos me acompañaron mientras me vestía y desayunaba... me llenaron de vibra positiva. En cierta forma, escuchando la letra de esas dos canciones, podría reflejar mi estado de animo y deseos en ese preciso momento.
Mi santa madre me dio raite para el Cecut, nuestro punto de partida y reunión para ir al Getty. En el camino, no andaba con tanto sueño, a pesar de mi carencia de horas soñadoras, ese breve camino para llegar al Cecut estuvo lleno de buena vibra, pues empecé a imaginarme en que iba me la iba a pasar muy bien, tomando en cuenta de que este viaje iba a ser de las ultimas veces que iba a convivir con mis compañeros, sabía que este día iba a ser especial.
Quedamos en reunirnos afuera del estacionamiento del Cecut y, ciertamente al llegar, estaban ya unos compañeros esperando con un camión a un lado. Me despedí de mi Madre y le asegure que cuando regrese de mi viaje, iba a acompañarla a ella y a la familia a comer pavo en la noche.
El carro de mi Madre se había ido y yo había ya saludado a mis compañeros. Estuvimos un ratito esperando, con un poquito de frió, a que todos lleguen (varios llegaron con bolsas llenas de cositas que Mamá les había puesto de lonche a mi solo me hicieron un sándwich y me dieron dinero.
Ya eran un poco pasaditas de las 7 (se suponía que a las siete nos íbamos, estuviera el que estuviera), ya había llegado nuestra maestra, así que decidimos treparnos al autobús. Dentro del autobús, solo tuvimos que esperar unos diez minutos a que el último compañero llegara y cuando llego finalmente nos fuimos.
Honestamente, no recuerdo haber visto a mi querida Tijuana en movimiento cuando salimos del Cecut y llegamos a la línea. Será porque andaba medio preocupado en encontrar a alguien con quien sentarme, ya que en el trayecto del semestre, he tenido cierta fricción con algunos de mis compañeros y eso ha causado un mutuo despego. Pero no quise amargarme la existencia pensando en eso al estar sentado en ese sillón del camión. Iba a poder convivir con mis compañeros, y pensé que al menos con los que me llevaba bien iba a pasármela bien. No sabia que después, me la iba a pasar bien con todos.
No había absolutamente nadie en la cola para hacer fila a pie. No hubo problema en cruzar y a nadie se le encontraron cosas prohibidas en sus maletas. Se me olvido decirles que yo lleve una maleta con dos cámaras Nikon y Yashica, mas aparte un libro: A Cinema of loneliness, una retrospectiva analítica a los filmes de Scorsese, Kubrick, Spielberg, Altman, Oliver Stone (los pilares de la cinematografía de los noventa) y un sándwich. Cruzamos y nos fuimos en camino.
Antes de entrar propiamente en carretera para ir al Getty, la primera parada fue en un Am-Pm, que supongo fue para llenar el tanque de gasolina del autobús, pero también sirvió para llenar nuestros tanques, de cochinero y medio, los que no pudimos desayunar. Lo que compre en esa tienda gringa fue: un chocolatito caliente y unas palomitas que simulaban, pero nunca le llegaran ni a los talones, a los cracker jacks.
El camino para el Getty se me hizo brevemente corto. No sentí el peso de un viajezote de dos horas y pico. En ese tiempo me entretuve comiendo pacientemente una por una mis palomitas, dándole deliciosos sorbos a mi chocolatito que más adelante en el día seria la causa de muchos gases estomacales. Me había sentado en los asientos de mas o menos enfrente del camión, y estuve hablando con las compañeras que mejor me llevo pero al rato no tardo en llamarme, una compañera que me cae muy bien, para atrás para hablar con los compañeros que no me llevaba tan bien pero que ahí andaba.
Estuvimos hablando y conversando un rato sin llegar a mayores profundidades. Como no había muchos asientos disponibles, en ese rato estuve parado. Hasta que me canse y les dije que tenia sueño y que quería irme para enfrente a dormir. Lo hice y me instale en mi asiento correspondiente a un lado de Karina, una compañera muy buena onda. Andaba ya atrapando un sueñito “muuy” dulce cuando, en eso, escucho el grito: Ya llegamos!
En efecto, habíamos llegado. Al bajarnos del camión la maestra nos hizo indicación de que en ese lugar nos íbamos a reunir a las quince para las cuatro, para subirnos al camión e irnos después para el Promenade. Mas tarde explicare lo que fue el Promenade.
Llegamos a unas instalaciones, con un muy bonito jardincito, que parecia una estación central de trenes. En efecto, íbamos a treparnos en un tren para no tener que caminar todo el trayecto, que parecía iba estar largo, para ir al Getty.
En la corta duración del paseo en el monorriel, yo andaba ocupado tratando de saber porque una de mis cámaras, la que traía rollo en blanco y negro, no servia. Finalmente me rendí y le saque una foto, con la cámara que traía rollo a color, a una muy bonita compañera a un lado de una ventana donde una hermosa luz iluminaba su rostro. Nos bajamos del monorriel y caminamos un ratito para finalmente llegar a donde era el Getty.
La arquitectura del museo Paul Getty es impresionante. Uno que no es conocedor de las corrientes arquitectónicas solamente puedo decir que la entrada principal da aires de cierta contemporaneidad pero contenidas en lo clásico. Con una fachada colindante y puertas transparentes, pudimos finalmente entrar al museo del Getty.
Mi primera parada no fue a una galería o jardín, fue al baño. A causa del indigesto chocolate, esta fue la primera parada, de dos, que hice para ir el baño. Después de ahí, me fui con Araceli, Karina y Enery, tres chavas buena onda, para ir al primer edificio-galería: El North Pavilion.
Cabe mencionar que las galerías del museo se encuentran divididas en cuatro secciones: North Pavilion, South Pavilion, West Pavilion y East Pavilion, además de un hermoso jardín.
En la primera parada nos topamos con pinturas del 1600. Sus características principales son escenas religiosamente bíblicas, pintadas en formas planas que no simulan para nada la tridimensionalidad. En esta sección, debo ser honesto, no me divertí mucho. No soy gran fanático de esas pinturas realizadas en madera con barniz dorado. Había uno que otro “display” de objetos de la cultura Etrusca, pero hasta ahí. Paso lo mismo en el South Pavilion, aunque ahí la pintura empezó a evolucionar. Los artistas poseían una mejor perspectiva e instinto de profundidad y tonos. Lograban capturar la esencia de lo que era la realidad como la veían: sombras, luces, lejanía y cercanía, arquitectura...etc. Seguían los temas religiosos, pero ya poseían la facilidad para representar la tridimensionalidad. Inclusive, había unos tan reales que parecían que iban a salir del cuadro. Los únicos con esas características era un cuadro de un señor con armadura. Me recordaba los cuadros que hablaban y se movían de las películas de “Harry Potter”. También había uno que representaba, bastante realisticamente, el rostro de Cristo con la corona de espinas.
Después de estar a esos dos lugares, a Araceli le entro la loquera cuando vio un “display” que decía: “Representa la realidad como el artista la representa”, que consistía en sentarte para dibujar, con colores de niños y en papel reciclado, otro “display” de naturaleza muerta. Araceli se tomo buen tiempo para representar un girasol que se asomaba por ahí y, en ese tiempo, me dedique a buscar en la computadora del museo algún cuadro de mi pintor favorito: William H. Bouguereau. Y en efecto, tenían un solo cuadro de el: La muchacha y Eros.
Con eso me bastaba. Con solo saborear la idea de que iba a estar en la presencia de un cuadro que había pintado Bouguereau era lo suficiente como para causarme escalofríos y emocionarme internamente. También supe que había cuadros de Monet, Vangho, Rembrant, Degas y muchos mas impresionistas. Esos me los iba echar como botana, porque yo ya traía mi plato fuerte.
Antes de salir del South Pavilion, me di cuenta que a un lado estaban enseñando unos dibujos franceses que representaban el rostro humano. Como le había comunicado a mi maestra sobre mi área de interés: Los dibujos de los rostros y Bouguereau; les dije a mis ya cansados y hambrientos compañeros que fuéramos para allá porque esa era una de mis áreas de interés. No les quedo de otra mas que ceder y decidimos entrar a una sorprendentemente pequeña salita donde estaban enseñando 22 escasos dibujos; todos representando el rostro humano.
Debo admitir que me desilusione un poco. Eran muy poquitos dibujos, unos hermosos pero otros con poco que desear.
Como ya había dicho, me fascinan los rostros humanos, especialmente los de las mujeres y acompañado de mi técnica favorita, el dibujo bosquejado a carbón, pude recibir las buenas vibras de aquellas bellas modelos que aquellos elegantes artistas habían representado en aquella época. En el recuadro que introducía el “display”, decía que lo más complejo de representar, para esa y cualquier época era el rostro humano. Que los que deseaban representarlo se sujetaban a arduas sesiones de estudio de la anatomía humana, para atrapar lo que Leonardo da Vinci llamaba: “La esencia y alma del rostro”.
Mi grupo de tres compañeros ya se encontraba cansado y con hambre... yo también, así que decidimos tomarnos un descanso, nos sentamos en una de las mesitas que se encuentran en el centro del Getty y nos comimos nuestros respectivos sandwiches a un lado de una bonita fuente. Yo descanse y me enderecé la espalda, al acostarme brevemente en una de las inmensas piedras de mármol que se encontraban estéticamente ahí. Se sintió “muuy” sabroso.
Después decidimos entrar al East Pavilion. Yo me alegre porque sabia que ahí se encontraban las pinturas impresionistas, pero no fuimos directamente para allá sino que pasamos por las esculturas Griegas y unas fotografías de una chava que hace mucho tiempo las había tomado.
Honestamente, las esculturas eran muy pocas. Estaban en pésimas condiciones y no tenían mucha variedad. Las únicas rescatables fueron las representaciones de Hércules, Cesar Augusto, el de una chava con un venado y párale de contar.
Después paramos a contemplar las fotos que una chava (cuyo nombre se me escapa en este momento), había tomado con tanta pasión a finales del siglo ante pasado, cuando apenas la idea y oportunidad de tener una cámara fotográfica, era concebible únicamente para los más ricos. El tema constante de dicha chava, para mi placer, eran rostros humanos. A la mujer le fascinaba representar temas religiosos, leyendas líricas y demás. Yo me encontraba fascinado contemplando a las mujeres que veía en esas fotografías. Mujeres que no parecían reales, parecían que habían salido de un cuadro de pintura que había visto anteriormente. Sobre todo, y combinado con el aire de la antigüedad, los rostros de los niños tuvieron un impacto sobre mí. Unas expresiones de franqueza cruzado con tristeza existencial, forrados en los ojos de unos niños sosteniendo unos paraguas.
Me entristecí un poco y me enoje al rato, cuando supe que mi grupito deseaban salirse del edificio donde se encontraban las pinturas, para ir al jardín. Yo pensé que ya no querían ver nada, y me mantuve serio en ese rato en el jardín pero luego se me quitó cuando voltee a mi reloj, sabiendo que todavía quedaba tiempo.
Descansamos un momento en el jardín. Contemplamos la hermosura de su diseño combinado con la preciosura del panorama que teníamos de Los Ángeles. Nos tomamos unas fotos en el pasto y sus alrededores y, cumpliéndose unos minutos nos fuimos de vuelta para el East Pavilion derechito a los impresionistas.
Subimos unas escaleras a paso acelerado para ir a donde se localizaban las pinturas. En cuanto vi el primer cuadro me transporte de vuelta, para recordar el tiempo que fui a Paris al museo D’Orsay.
Se encontraban hermosos. Un realismo bello, fascinante... muy “nice”. Vi cuadros de pintores que no había visto antes. No recuerdo sus nombres pero recuerdo los cuadros: Uno de una luna, otro de una chava parecida a Frida Khalo, unos de unas flores... etc.
Como había dicho, me eche mi botana de Vangho, Monet y demás. Aunque no eran de sus mejores cuadros, se sintió bonito y fascinante la idea de que estaba viendo un cuadro que hace unos doscientos años un pintor había realizado. Ver esos cuadros me dio un “feeling muy nice”.
Finalmente fue turno para presenciar al cuadro de Bouguereau. Araceli me dijo que ya lo había visto, pero yo lo tenía que ver. En cuanto lo vi, se sintió como si me hubiera encontrado con una hermosa chava a la cual estaba ansioso de saludar.
El cuadro era inconcebiblemente bello, era la representación de una chava que luchaba alegremente contra Eros porque no gustaba enamorarse. En la explicación del aparato auditivo (gracias a Tania por eso), decía que Bouguereau es el que mejor ha representado la figura humana a comparación de cualquier artista en cualquier época. O sea les gana a todos. También decía que la modelo usada para ese cuadro era una modelo favorito del artista, pues en varios cuadros la había representado. La anatomía es algo que me fascina, sobre todo la femenina. Y la anatomía de esa chava estaba representada con tal sutileza, que ni siquiera los brochazos en el cuadro se notaban. A tal grado llegaba su perfección que e veía como si fuera una copia impresa, pero al acercársele se notaba que, en efecto, estaba en la presencia del original. Finalmente, m tome una foto digital a un lado del cuadro (gracias a Araceli por eso).
Nos fuimos de ahí como faltando veinte para las cuatro. Y al subirnos al camión, todos andábamos con hambre y algo ansiosos de llegar a Tijuana. Pero la verdad, yo tenía mucha hambre y, según me decían, que en la próxima parada, en el Promenade, habían buenos restaurantes. La hora de reunión era faltando quince para las ocho.
Como yo venía armado con ocho dólares, no dude en comprarme una semi-deliciosa (todo sabe bueno con hambre) comida china. Al llegar al Promenade me sorprendí del parecido que tenía con el Gas Lamp, solo que ahí en donde andábamos, era calle cerrada y no pasaban los carros. Estuvimos caminando un rato y por fin llegamos a la sección de restaurantes. Como ya había dicho, me comí todo un platote de comida china junto con mis compañeros a la luz de las lámparas que iluminaban la plaza.
Al terminar vimos tiendas, actos de negritos bailarines que traían un ritmo que nadie les paraba y más tiendas. Yo no compre nada porque no traía dinero, pero me entretuve curioseando.
Me subí al camión de vuelta a la hora indicada, y me senté con los compañeros que pensé que no me llevaba bien. Es chistoso como a uno le cambian la pichada, porque en esas dos horas que pude conversar con ellos me di cuenta de que son unas personas muy cálidas y que tienen sentimientos, miedos e inquietudes como yo. Pude realmente conectar con todos. Me envolvieron en su cariño y confianza. Cuando estaba conversando con ellos, en esos momentos donde pierdes el sentido del tiempo con la conversación me di cuenta que estaba viviendo un tiempo feliz en mi vida. Estaba en la última ocasión de convivencia con mis compañeros y ciertamente la mejor. Congele ese instante para saborearlo y no dejarlo ir sin darle gracias a Dios de que me había bendecido con conocer a tantas personas, lugares y corazones cálidos que he tenido la suerte de encontrar.
Para finalizar, llegamos a Tijuana como a las 10:55. Me recogió mi Madre. Me despedí de mis compañeros y me fui a comer pavo.
Esa noche... me acosté feliz.